Para que pueda ocurrir la implantación y luego se forme la
placenta es necesaria la presencia del antígeno leucocitario humano (HLA-G).
Este es una molécula de histocompatibilidad y una expresión específica de
tejido en las células trofoblásticas de las vellosidades, y desempeña una
función importante en la tolerancia inmunológica del feto por la madre,
ayudando a proteger a la placenta del rechazo. Las membranas fetales y la
placenta, son estructu- ras derivadas del cigoto pero no forman parte del embrión
propiamente dicho. Desempeñan funciones de protección, nutrición, y son
eliminados durante el parto. Las membra- nas fetales son: amnios, saco
vitelino, alantoides, cordón umbilical y corion, que origina la parte fetal de
la placenta.
TROFOBLASTO
o Es el primer tejido que se diferencia durante el
desarrollo, y el encargado de establecer la conexión entre el embrión y los
tejidos maternos, además es responsable de la formación de la placenta. Las
células trofoblásticas, al invadir las arterias espirales uterinas, presentan
un proceso de trasformación peculiar y experimentan cambios específicos al
nivel de sus moléculas de membranas. Cuando permanecen en el citotrofoblasto
expresan determinadas moléculas de adhesión intercelular típicas de los tejidos
epiteliales; sin embargo, después que dichas células abandonan los tejidos
fetales para penetrar en los vasos espirales maternos, la conformación
molecular de la membrana cambia y toma un patrón endotelial, desapareciendo las
moléculas de adhesión. Hacia los cuatro días del desarrollo, ciertas células
las, a causa de su posición periférica en el blastocisto, se hacen
distinguibles como trofoblasto
Citotrofoblasto
El citotrofoblasto
velloso parece ser el sitio primario de: síntesis de inhibina y activina,
somatostina y hormona de liberación de gonadotropina (HLG). Además, produce
gonadotropina coriónica humana (GCh) en fase muy temprana del embarazo. Las
células citotrofoblásticas expresan un antígeno de histocompatibilidad que
puede ayudar a proteger a la placenta del rechazo por el organismo materno.
Sincitiotrofoblasto
Las células madres
indiferenciadas del citotrofoblasto dan origen al sincitiotrofoblasto y al trofoblasto
velloso. Varias clases de trofoblasto se desarrollan y sus identificaciones
inmunológicas (expresión de antígenos) se realizan con diferentes anticuerpos
monoclonales. Una de las características del desarrollo embrionario humano es,
el contacto íntimo necesario y la interrelación entre el embrión y la madre.
Para sobrevivir y crecer durante la vida intrauterina, el embrión debe mantener
una relación esencialmente parasitaria con la madre para obtener el oxígeno y
nutrientes, y eliminar los materiales de desechos. El embrión debe evitar,
además, ser rechazado como un cuerpo extraño por el sistema inmune materno.
Estos requerimientos se cumplen por la placenta y las membranas fetales que
rodean el embrión y sirven como interfase entre este y la madre.
Laguna trofoblástica
La microvasculatura
endometrial es reemplazada por las lagunas trofoblásticas, las cuales eliminan
la resistencia periférica local. Además, las arterias espirales que irrigan la
placenta se dilatan, y en un número alrededor de 100, suministran el riego
sanguíneo en aumento para el crecimiento del embrión. Las lagunas subdividen a
la masa trofoblástica en una placa coriónica primaria, que rodea al blastocele,
y en un escudo trofoblástico en relación con el endometrio. El material
fibrinoide, algunas veces denominado fibrina, es un material acidofílico, homogéneo,
oscuro, que se encuentra en algunos sitios de la placa coriónica. Es un componente
normal de la placenta y se considera un factor de estabilización mecánica, así
como también una barrera inmunológica.
Corion y vellosidades coriónicas
El trofoblasto es
reforzado por una capa mesenquimatosa (mesodermo extraembrionario parietal)
durante la segunda semana, y la combinación resultante se denomina corion (Fig.
5.3). Las vellosidades coriónicas (Fig. 5.4) son el cuadro básico de la
placenta. Como se mencionó, al inicio de la segunda semana del desarrollo, el
trofoblasto se presenta más desarrollado en el polo embrionario del blastocisto
y se puede reconocer la presencia del citotrofoblasto y el sincitiotrofoblasto.
Poco después, el trofoblasto se organiza y forma estructuras digitiformes,
conocidas como troncos de vellosidades primarias.
Hacia finales del primer
trimestre, las estructuras coránicas interpuestas entre la sangre materna y la
fe- tal (barrera placentaria) son:
1. El sincitiotrofoblasto.
2. Citotrofoblasto.
3. Mesénquima.
4. El endotelio de los capilares vellosos
fetales.
A partir de los cuatro meses, el
citotrofoblasto desaparece gradualmente y los capilares se aproximan al
sincitiotrofoblasto, lo que provoca que el mesénquima interpuesto entre ambas
estructuras disminuya y, por tanto, la barrera placentaria se hace más fina.
Los ca- pilares vellosos son fenestrados.
Circulacion placentaria
En condiciones normales, durante
el embarazo no ocurre mezcla de la sangre materna con la fetal, los cotiledones
reciben la sangre por medio de 80 a 100 arterias uterinas espirales que
atraviesan la placa decidual y desembocan en los espacios intervellosos a
intervalos más o menos regulares. La luz de las arterias espirales es estrecha,
de modo que la presión de la sangre que llega a los espacios intervellosos es
alta. Esta presión fuerza a la sangre hacia este, y baña a las numerosas y
pequeñas vellosidades libres del árbol velloso con sangre oxigena- da. Según la
presión decrece, la sangre circula desde la placa coriónica (espacios
intervellosos) hacia la decidua, donde penetra en las venas endometriales. Por
eso, la sangre de los lagos intervellosos regresa a la circulación materna a
través de estas.
La membrana placentaria, que
separa la sangre materna y la fetal, está compuesta inicialmente por cuatro
capas:
1. El revestimiento endotelial de los vasos
fetales.
2. El tejido conectivo del eje
velloso.
3. La capa citotrofoblástica.
4. El sincitiotrofoblasto.
Sin embargo, desde el cuarto mes
en adelante, la membrana placentaria se adelgaza, debido a que el revestimiento
endotelial de los vasos se pone en contacto íntimo con la membrana sincitial,
contribuyendo al aumento del intercambio. La membrana placentaria no constituye
una barrera placentaria total, ya que no actúa de forma absoluta como tal, por
este motivo muchas sustancias (toxinas y medicamentos), así como algunos
microorganismos, la atraviesan libremente. Debido a que la sangre materna en
los espacios intervellosos está separada de la sangre fetal por un componente
coriónico, la placenta humana se considera de tipo hemocorial.
Funciones de la placenta La
placenta es un órgano que permite el embarazo intrauterino y, por lo tanto, el
crecimiento fetal. Como característica esencial está la tolerancia de la respuesta
inmune materna, que permite la retención del feto hasta el final del embarazo.
El feto, la madre y la placenta actúan de forma integrada y coordinada como una
unidad funcional. El intercambio de elementos nutritivos y de electrólitos,
como los aminoácidos, ácidos grasos libres, carbohidratos y vitaminas, es
rápido y aumenta, según progresa el embarazo. Los gases, como el oxígeno,
dióxido
de carbono y monóxido de carbono
presentan un inter- cambio que se realiza por simple difusión. Hacia el término
del embarazo, el feto incorpora de 20 mL a 30 mL de oxígeno por minuto desde la
circulación materna; una in- terrupción de este proceso por breve tiempo pone
en peligro la vida del feto, ya que la cantidad de oxígeno que le llega está
dada por la concentración de este y el flujo sanguíneo, y no por el mecanismo mismo de difusión. El paso de los
anticuerpos maternos se realiza por pinocitosis en el sincitiotrofoblasto, y
transportados a los capilares fetales. De esta manera, el feto adquiere anticuerpos
maternos de la clase de inmunoglobulina G (IgG) contra varias enfermedades
infecciosas, y ob- tiene inmunidad pasiva contra diferentes afecciones como, el
sarampión, tétanos y otras. La inmunidad pasiva des- empeña una función
importante durante el embarazo y hasta poco después del nacimiento, ya que el
feto no tiene totalmente desarrollado el sistema inmune para producir sus
propios anticuerpos. Hacia el final del cuarto mes, la placenta produce
progesterona en cantidades suficientes para mantener el embarazo en ausencia
del cuerpo amarillo. Probable- mente, todas las hormonas son sintetizadas por
el sincitiotrofoblasto. Además de la progesterona, la placenta produce hormonas
estrogénicas, principalmente, estriol, hasta cerca del parto cuando se alcanza
el máximo nivel. Los estrógenos estimulan el crecimiento uterino y el
desarrollo de las glándulas mamarias. Durante los dos primeros meses de
embarazo se produce también gonadotropina coriónica humana (GCh), la cual man-
tiene el cuerpo lúteo y puede encontrarse en la orina de la madre. Otra hormona
producida por la placenta es la somatomamotropina (lactógeno placentario), que
es una sustancia parecida a la hormona de crecimiento y que da al feto
prioridad en la glucosa sanguínea materna y hace a la madre diabetogénica,
también estimula el desarrollo de las mamas para la producción de la leche.
Placenta a término
La placenta tiene forma discoidal y mide alrededor
de 15 cm a 25 cm de diámetro y 3 cm de grosor, con un peso entre 500 g y 600 g.
Al nacimiento se separa de la pared uterina y, aproximadamente 30 min después
del parto es expulsada de la cavidad uterina, a lo que se le denomina
alumbramiento. La cara fetal es lisa y brillante, ya que está cubierta por el
amnios, y en esta se inserta el cordón umbilical donde convergen un número
grande de vasos arteriales y venosos (vasos umbilicales). Esta inserción por lo
general es excéntrica y, en ocasiones, marginal. En raras ocasiones se inserta
en la membrana coriónica (amnios), por fuera de la placenta (inserción
velamentosa). La cara materna o decidual es irregular debido a la presencia de
los cotiledones, y los surcos entre estos están ocupados por los tabiques
deciduales . Parte de la decidua permanece temporal- mente en el útero y es
expulsada con el sangrado uterino.
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